Hallaron su cuerpo tendido sobre la cama. Luego de un fin de semana largo, cuando la empleada doméstica se presentó a trabajar, notó algo inusual: las luces de la casa estaban encendidas y apenas eran las 5 de la tarde. Usó su llave, y al abrir la puerta percibió un aroma químico, almendrado. Cuando subió las escaleras y entró a la habitación principal, encontró el cadáver. Estaba lánguido, y una escarcha blanca se le había formado en la comisura de los labios. Sobre la mesita de noche había una manzana, apenas mordida. El cadáver era el de Alan Turing. Había muerto por envenenamiento con una manzana.
Sin él, el mundo tal y como lo conocemos sería impensable: él es la piedra angular de la teoría de la computación y pionero, además, de la inteligencia artificial y las matemáticas biológicas. Cuenta la leyenda que un homenaje se encuentra en el logotipo de Apple: en cada iMac, iPod, iPad o iPhone, esa manzana del infortunio —que, se sospecha, impregnada de cianuro, fue el conducto de muerte para Turing— ha visto inmortalizada su silueta con una sola mordida y casi siempre vestida en impecable blanco.
Sin embargo, cuando la manzana era de colores —los del arcoíris—, el homenaje era doble: Turing fue condenado por ser homosexual, igual que Oscar Wilde, y fue castrado químicamente, perdió sus privilegios de seguridad gubernamentales y la capacidad de satisfacer una libido voraz: se volvió impotente. Luego, la vida le fue insoportable.
«El público es maravillosamente tolerante: perdona todo, menos la genialidad.» Oscar Wilde.
Los servicios prestados a los Aliados durante la ii Guerra Mundial —específicamente en la batalla del Atlántico— vieron convertidas sus increíbles proezas teóricas en maquinarias operativas que cambiarían el curso de la guerra en su totalidad. En palabras de Winston Churchill: «la batalla del Atlántico fue el factor dominante a lo largo de
la guerra. Nunca, ni por
un momento, pudimos olvidarnos de que todo lo que sucedía en otras partes, en tierra, en el mar o en el cielo, dependía, en última instancia, de ese resultado». Este trabajo fue clasificado como secreto y fue dado a conocer hasta la década de los años 70.
Carrera evolutiva
Cuando dos grandes de la evolución se enfrentan —como presa y cazador—, suele venir una escalada armamentista, una carrera de especialización que hace surgir rasgos adaptativos sorprendentes en las criaturas involucradas. Así, un felino de 40 o 50 kilos —el guepardo— puede correr a 120 kilómetros por hora y cazar a una presa —la gacela de Thomson— tantas veces como para garantizar su supervivencia y reproducción, pero no tantas como para extinguirla, en un equilibrio frágil pero estable.
«Creo que al final del siglo xx, la terminología y la opinión pública se habrán alterado tanto que podremos hablar de “máquinas pensantes” sin que nadie diga que es un disparate». Alan Turing
Durante la ii Guerra Mundial, una competencia similar tuvo lugar entre los encargados de la Enigma —máquina nazi de escritura secreta— y los decodificadores ingleses de Bletchley Park, sede de los servicios de espionaje de la inteligencia británica. El espacio histórico en el que este encuentro tuvo lugar, es conocido como «la batalla del Atlántico», que duró de 1939 a 1945, y consistió en un enfrentamiento naval librado entre los grandes navíos alemanes —los U-Boot, comandados por el almirante Karl Dönitz— y la escuadra británica.
Inglaterra es una isla nación que depende de la importación de productos, tanto para subsistir como para sostener cualquier
esfuerzo bélico, así que
el triunfo en la guerra era
impensable si no se lograba
una cadena confiable de
abastecimiento de bienes.
Al inicio de la guerra, los
submarinos alemanes tipou fueron
muy eficaces cortando las rutas de
suministros. Para combatir a un enemigo
se le debe ver o, cuando menos, escuchar;
entonces, la única forma de contrarrestar
sus acciones era conociendo su posición.
Así que la Government Code and Cypher School —gccs, por sus siglas en inglés— se enfocó en decodificar los mensajes de la Enigma, que era capaz de cifrar y descifrar comunicaciones militares alemanas con mucha eficiencia. Aquí es donde el personaje principal de esta trama entra en escena.
Turing vs Enigma
Alan Mathison Turing nació en Londres en 1912. Luego de haberse graduado en matemáticas con honores en Cambridge, se integró a la Facultad de King’s College —también en Cambridge— en 1935. Allí, un año más tarde, publicó su revolucionario trabajo titulado «On Computable Numbers, with an Application to the Entscheidungsproblem» —«De números computables, con una aplicación alEntscheidungsproblem», es decir, «El problema de decisión»1—, que reformulaba lo dicho por Kurt Gödel respecto a la demostrabilidad y la computación, y que daba vida a la «máquina de Turing»: una máquina teórica capaz de realizar cualquier cálculo matemático que pudiera ser presentado en forma de algoritmo, o sucesión lógica de pasos.
Luego de presentar este texto —fundamental para la computación porque plasma en teoría la existencia de una computadora—, se trasladó al Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, en donde, durante dos años, continuó con su trabajo matemático, pero además se dedicó al estudio de la criptografía, conocimiento que sería infinitamente valioso para el desarrollo de la guerra que estaba por comenzar.
En el otoño de 1938 tuvo lugar un periodo importante en la formación intelectual de Turing: asistió a las conferencias y clases impartidas por Ludwig Wittgenstein
sobre matemáticas fundamentales, que enriquecerían su visión del lenguaje, especialmente del matemático. Durante ese verano trabajó también, aunque no de tiempo completo, en la gccs. Su tarea: la decodificación de los códigos generados por la máquina alemana de mensajes secretos Enigma.
«El razonamiento matemático puede describirse, a grandes rasgos, como el ejercicio de dos habilidades combinadas: intuición e ingenuidad», Alan Turing
Luego de la declaración de guerra del 3 de septiembre de 1939, Alan Turing ingresó de tiempo completo al equipo de Bletchley Park, el cuartel de la gccs. Allí, su primera tarea fue la de mejorar el diseño de la Bomba polaca, una máquina que había decodificado mensajes de la Enigma alemana durante seis años, pero cuya eficacia había ido en picada debido a mejoras en la Enigma. La respuesta fue la Bombe, desarrollada en Bletchley Park por Turing, en colaboración con Gordon Welchman; esta máquina criptográfica, al principio, permitió conocer los mensajes de la Luftwaffe —fuerza aérea alemana—, mas no así los de la Kriegsmarine —marina de guerra teutona—, que sólo pudieron ser descifrados hasta que Turing ideó un proceso de criptoanálisis llamadobanburismo, desarrollado para facilitar el trabajo de la Bombe.
La amenaza de los submarinos U
Entre junio de 1940 y febrero de 1941, transcurrió el «Die Glückliche Zeit» —el periodo feliz—, llamado así por los alemanes en honor a la contundencia de la participación de los submarinos u. Sin embargo, para la primavera de 1941, la eficacia de sus ataques había mermado por varias razones, entre ellas la implementación de radares primitivos en aviones y barcos; el sonar, que les permitía detectar blancos submarinos y, claro, la decodificación de mensajes que llevaba a cabo la Enigma de la Kriegsmarine, lograda por el equipo de Bletchley Park a cargo de Turing.
A finales de 1941, llegó un nuevo tipo de submarino u, y la aparición de modelos y códigos mejorados de la Enigma en febrero de 1942, volvieron a comprometer la seguridad de los convoyes en el Atlántico. Ese año, en julio, Turing desarrolló una técnica para decodificar los nuevos mensajes de la Enigma, y en noviembre viajó a los ee.uu. para construir una Bombe y compartir su experiencia con los estadounidenses; gracias a que un mes antes se habían recuperado los restos de una Enigma de la Kriegsmarine del u-5 5 9 , la comprensión de sus códigos y mecanismos fue mucho más sencilla, así que, a finales de ese año, ya era posible descifrar los códigos de las nuevas Enigma.
Un final precipitado
En marzo de 1943, Turing regresó a Inglaterra de aquel viaje estadounidense, en el que había colaborado con los Laboratorios Bell en el desarrollo de dispositivos confiables de comunicación por medio de la voz. Ese mes, un cambio súbito de tecnología en la Enigma
—se le agregó un rotor— volvió imposible durante
diez días la detección de «manadas» de submarinos alemanes, lo que se reflejó en grandes pérdidas; pero éste sería el último episodio contra los submarinos u.
Durante ese mes, un número importante de factores
se conjugaron para la victoria aliada en el Atlántico: cambios en el equilibrio de fuerzas internacionales, ventajas estratégicas ofensivas —a su paso obligado por el Golfo de Vizcaya, los submarinos eran bombardeados por los Aliados—, mejoras en la tecnología, sobre todo de comunicaciones, radar y aeronáutica, y claro, la capacidad de descifrar los mensajes decodificados de la Enigma.
Bonus: ¿cómo funcionaba la máquina Enigma?
Enigma es un término genérico que designa a toda una familia de máquinas electromecánicas capaces de cifrar y descifrar mensajes escritos. Fue patentada en 1918 por el ingeniero alemán Arthur Scherbius, y empezó a comercializarse en la década de los 20. El ejército alemán empezó a utilizarla en 1926.
Una máquina Enigma consistía de un teclado, similar al de las máquinas de escribir, y de un mecanismo de cifrado rotatorio que, mediante un mecanismo de engranes, sustituía cada letra por otra en el alfabeto. Los rotores contenían las mismas letras que el teclado, pero en orden diferente, y cada vez que uno pulsaba una letra en el teclado, éste enviaba una señal a la letra equivalente en el primer rotor, que a su vez activaba una correspondencia en el segundo
rotor, y así sucesivamente.
La
dificultad de descifrar el código radicaba en que, a cada golpe de teclado, la posición de los rotores variaba de acuerdo con una configuración matemática determinada, de suerte que si uno
tecleaba «AAAAAA» el resultado podía ser «QLBGEP»
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