Con el lema “No sos un producto”, Ello.co intenta ser la contracara de Facebook sin publicidad y con estética minimalista. Otras redes también buscan su camino entre Goliats. ¿Sobrevivirán?
Por Martín Jali
“Si algo es gratis es porque el producto sos vos”, dijo alguna vez Tim Cook, director ejecutivo de Apple, marcando distancia con la lógica de advertising y monetización de la información de los usuarios que rige la dinámica empresarial de Facebook. Está claro: en la era de los paparazzi masivos y el voyeurismo digital, nuestros datos, posteos y likes se venden al mejor postor, desde corporaciones de servicios hasta agencias de seguridad, para así engranarnos en la maquinaria de advertising y mercadotecnia online. Como dice Iván Moiseeff, escritor, productor cultural y think tank en redes sociales y estrategias de comunicación digital:“El nuevo y vibrante territorio del entretenimiento somos… ¡nosotros!”.
Y refuerza: “Hoy lo personal interesa, lo casero, lo amateur, lo íntimo. Y también sus estéticas asociadas: lo trash, lo bizarro, lo confesional. Estamos integrados al sistema de entretenimiento como curadores de información, como consumidores y como información misma. Los likes que damos, los que recibimos, los lugares a los que asistimos, las cosas que compramos, los viajes del GPS, las palabras que utilizamos en nuestros mails, todo queda registrado para luego calibrar mejor las noticias que aparecerán en nuestros muros de Facebook y otras plataformas. Y las publicidades que vamos a ver, claro”.
Así y todo, cada vez que cambian las políticas de “privacidad” -así, entre comillas- de la empresa de Mark Zuckerberg, los muros vuelven a llenarse de “copypaste” que intentan dignificar nuestra intimidad. De nuevo el terror, la paranoia. ¿Existe una salida? Sí y no. Una buena alternativa es Ello.co, una red social independiente creada por Paul Budnitz y Todd Berger que se presenta como la contracara de Facebook y apuesta por una estética minimalista y hipster, una impronta sustentable y la promesa de no ofrecer publicidad ni vender los datos de los usuarios. Su lema es, justamente, “no sos un producto” y comparte una declaración de principios que integra palabras como transparencia, vitalidad y creación.
Link permite el logueo de manera anónima, invita a postear con un Say Ello y permite seguir a usuarios sin necesidad de que ellos nos sigan. Al mismo tiempo carece de grupos y de la opción del “Me gusta”, aunque sí tiene un contador que registra la cantidad de veces que se visualizan nuestros posteos. Un dato importante es que Ello.co, por ahora, no es una red social con registro libre, básicamente porque se trata de una plataforma beta tester que recibe un promedio de 40 mil solicitudes diarias. Si liberara el ingreso, se paralizaría. ¿Cómo registrarse? Por ahora, mediante invitación, lo que le da cierto tinte esnob a la plataforma.
La gran pregunta pasa por la financiación. Lo hace siguiendo el modelo de Apple: ofreciendo aplicaciones y funcionalidades extras. “Un punto bajo de Ello.co es la estrategia de negocios. ¿Sin publicidad cómo van a sostener la gratuidad? Ellos proponen el freemium, como las aplicaciones y los juegos de celulares. Por ejemplo, el servicio es gratis, pero si querés customizar tu muro en el futuro podés elegir modelos y pagar. Hoy parece poco”, explica Moiseeff.
Dentro de un concepto sumamente elástico que va mutando año a año, la aparición de Ello.co no solo se presenta como la antítesis necesaria y hasta oportunista, sino que se inserta en un pasaje que va de las redes sociales genéricas, como Facebook, Twitter e Instagram, a las microrredes de contacto y redes sociales de nicho: desde aplicaciones como Telegram, WhatsApp y Skype, que integran contenido multimedia, hasta redes exitosas como Foursquare o Twitch.
“Twitch es una gran red de gamers online que viene generando un tráfico infernal. A principios de 2014 era la cuarta empresa con más tráfico en Estados Unidos. ¿Qué paso? La compró Amazon”, datea Emiliano Mettini, cofundador de la red social Likexo, desarrollador de software y miembro del equipo de Educatina/Aula Ya.
En la cosmogonía hi-tech y en tiempos de la revolución de la intimidad, grandes empresas como Google han fracasado en su intento por instaurar su propia red social. Líder en sistemas operativos y motores de búsqueda, Google debió cerrar en septiembre pasado Orkut, a pesar de que había tenido una potente viralización inicial y lideraba mercados como Brasil e India. Es más, Google Plus, hoy por hoy, es un pueblo fantasma. La clave, entonces, está en fagocitar empresas más chicas, adquirir patentes y comprar funcionalidades ya desarrolladas que, de yapa, vienen con un target de usuarios ya incorporado.
“Estas redes sociales alternativas generan ecosistemas muy variados, o sea, canales de advertising con un verticalismo impresionante. Facebook lo que hace es comprar x red social especializada en x tema, entonces ya tiene segmentados los usuarios, por lo que es más rentable y más efectivo vender publicidad ahí”, dice Emiliano. ¿Cómo nos formateamos con tanta docilidad para convertirnos en producto? ¿Qué es lo que cranean las megaempresas digitales en términos de advertising?
“El marketing online va hacia un registro completo de nuestros actos, de modo de poder dirigir la publicidad a esos intereses. Veo un sistema publicitario que, de alguna manera, va a funcionar como una segunda voz de la conciencia sugiriendo cosas. Esto ya ocurre. Si uno compra en un supermercado online, a la hora de pagar, nos saltarán las compras anteriores que no realizamos: ‘Esta vez no te llevaste ese postrecito que te gustaba, ¿seguro no lo querés?’. Y pensás: ‘Y, dale'”, comenta Iván Moiseeff.
Allá vamos, braceando velozmente en el centro de nuestras sociedades hipermediatizadas.
Comentarios
Publicar un comentario